27.4.09

Parada solicitada

La turbia claridad del sol se reparte con la sombra el interior de este autobús jugando a crear perfiles, siluetas, contornos, vidas y demás sinsentidos.
La luz entra, sin llamar, por la puerta principal. Como una serpiente sigilosa repta y se deshace como la onda de una gota para bañar todo lo que su estática elasticidad le permite. Luz y sombra se acarician en sus límites. Pero solo y tanto como eso. Fotofobia.


Mis ojos siguen el camino del color blanco pálido de un sol que jamás fue a tomar el sol y me lleva a la mujer de la parada del parque. Tal vez su deficiencia mantenga un enorme cerrojo en su cabeza y jamás piense o escriba lo que yo escribo ahora pero es una compañera fiel del viaje de la rutina. Nunca lo sabrá. Pasillo y ventanilla. Conjúgame.

Hambriento de mundo y saciado del mismo lunes de siempre, levanto la mirada de esta tinta aún húmeda y encuentro, tras el cristal, la mayor concentración de arrugas en un rostro. Ilusión. Como un niño, sonrío al saber que, seguro, tiene una historia por cada marca de vejez en su cara o en sus pequeñas manos que sujetan una ajada maleta a cuadros rojos y negros. Centenaria y, quizás, jamás deje de ser señorita, jamás se convierta en señora. Efímera eternidad.

Una vez más, mi libreta sin tapas me secuestró y, ahora que despierto, veo, a lo lejos, mi fin de trayecto. El de siempre. De siempre. Solicita mi parada.

© L'Enfant Cap Pas Cap

18.4.09

62 segundos


Y el soul se tornó en alma y esta salió volando. Abandonó el cuerpo y alquiló un piso sin puertas, ni paredes, ni ventanas,... en el cielo. Un fuerte sin pilares, ni sentido, ni ninguna otra cosa que no necesitase. Sin palabras. El agua fluyó de una melodía a piano susurrada por el viento, mensajero de Ninguna Parte. Llovió. Convirtió en techo la única nube seca del reino perdido de los dioses ateos. Los suspiros, el aire de los bostezos y los sueños evaporados, que se mostraron como el verdadero poniente de abril, recordaron al alma que una gota bajaba por su mejilla. ¿Lágrima o lluvia? Se llevó la mano a la cara para enjugarla y olió el perfume de tu cuello... El soul volvió a la emisora de radio que, por la tormenta, quedó muda en la habitación del hospital; el alma bajó al cuerpo y el cuerpo, mediante la boca aturdida, balbuceó tu nombre. Estabas. Una muerte fugaz. Un amanecer eterno. Un ave fénix diario. Y todo ocurrió en 62 segundos.


© L'Enfant Cap Pas Cap

Vivo

Me encanta saber que, con un suspiro, puedo mover la veleta del azar. Esa que no sigue ni rumbo, ni conoce el destino. Por no estar atada, no conoció ni los amarres ni las anclas. Solo el mar descomunal y abierto a la inmensidad de respirar y sentirse vivo.

© L'Enfant Cap Pas Cap

Y, hoy, sueno así...